14 de julio: sapos y princesas.
Estamos confirmando los planteamientos iniciales respecto a la organización interna del recinto. La mitad oriental del interior estaría ocupada por un espacio abierto que daría acceso a cuatro estancias paralelas en el lado occidental, abiertas a este patio. Recientemente hemos podido confirmar que los muros de estas estancias se construyen con zócalos de piedras bien talladas, con forma rectangular (hasta la fecha hemos podido descubrir hasta dos hiladas de piedras). Sobre este zócalo de piedra se asientan alzados de ladrillos de adobe, a veces en sentido transversal y otras en perpendicular al sentido del muro. Sorprende, señaladamente, que la altura conservada de estos muros ya ronda los dos metros, ¡y aún no hemos llegado al nivel de suelo! Este grado de conservación es totalmente excepcional para las construcciones de este periodo, y convierte el yacimiento en un caso excepcional.
En un momento de la mañana, mientras Cristóbal (estudiante de historia y voluntario en esta campaña) excavaba un derrumbe de adobes, oyó un chillido. Se hizo un silencio en la excavación. Cristóbal exclamó: ¡Allí hay algo que chilla! Pronto acudimos todos para descubrir, no sin asombro, un orondo sapo que asomaba entre los adobes. Le hemos desahuciado de su refugio y trasladado fuera del área de excavación donde esperamos pueda rehacerse del susto. Un inconveniente de la excavación son las numerosas madrigueras y huras que recorren todo el yacimiento.
Hoy hemos recibido la amable visita de Javier Ariza (Concejal de Cultura y Patrimonio), que venía acompañado de uno de los cronistas oficiales de Cabra, Antonio Roldán, así como de los amigos Rafael Luna, Manuela Castro y Rafael Muñiz.
Hemos abierto un nuevo sondeo en el lado norte con objeto de descubrir totalmente el paramento de la muralla ibérica, parcialmente excavado ya en 2012. Además, y teniendo el cuenta que en este lugar aparecieron numerosos restos óseos, con este sondeo se pretende indagar en la relación de los habitantes del recinto con la fauna del lugar, lo que, hasta la fecha, está arrojando resultados sorprendentes. Al frente de este sondeo se encuentra la arqueóloga Mónica Camacho.
Fig. 1 La “estancia B” vista desde el este. Se aprecian con claridad los zócalos de piedra bien careada sobre los que asientan los alzados de adobe.
Fig. 2 El sapo hallado durante la mañana (véase cuerpo de texto para explicación).
Fig. 3 La licenciada en Historia del Arte Tamara Carvajal excava el interior de una madriguera, entre un muro de adobe y un derrumbe. Al fondo, el Picacho de la Virgen de la Sierra.
Fig. 4 Un momento de la visita de Javier Ariza, el cronista oficial Antonio Roldán y amigos reconociendo las estructuras del lado sur del recinto.
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