Visibilidad y control
Hoy hemos vuelto a trepar cerro
arriba tras el breve pero agradecido parón del sábado tarde y del domingo,
cuando buena parte del equipo ha aprovechado para disfrutar del final de la
Feria de Cabra, mostrando una enviadiable capacidad de integración. Cada día es
más de noche cuando llegamos, a ver si cambian la hora….
Una de las
razones que hacen interesante el yacimiento del Cerro de la Merced es que desde
su cima, pese a no ser muy elevada en cota absoluta ni en la relativa sobre el
terreno circundante, tiene una excelente visibilidad en varias direcciones. Y
en las que no, conecta visualmente con otras cimas de las sierras cercanas. En
el mundo antiguo el control y vigilancia del territorio se realizaba mediante
visión directa sin instrumentos ópticos, enlazando pequeños asentamientos o
atalayas enlazados visuaalmente entre sí, a veces con el complemento de ayudas
como almenaras, banderas u otro tipo de
señales. En el caso de la Cultura Ibérica, muchas ciudades fortificadas u oppida (como el Cerro e la Cruz en
Almedinilla, donde también hemos excavado) tienen por sí mismas ese control
visual directo del territorio. Pero además a menudo se rodean de cinturones de
pequeños asentamientos o de torres de vigilancia que aumentan el perímetro
observado. Otras veces las ‘torres’ no parecen asociarse al territorio de un oppidum determinado, sino que controlan
rutas de comunicación importantes. El debate sobre el Cerro de la Merced se
integra en estos fenómenos carácterísticos especialmente de la fase avanzada de
la Cultura Ibérica, en época ya de presencia cartaginesa (s. III a.C.) y romana
(s. II-I a.C.).
1.- La Feria de Cabra ha sido una buena excusa para la
integración de las ramas egabrense y madrileña del equipo. A raíz de una
conversación casual mientras lavaban y ordenaban la cerámica aparecida por la
mañana, Tamara y Antonia, dos de las
estudiantes locales de Arqueología e Historia, prestaron uno de sus
trajes de gitana a Luisa (en el centro). Fue toda una revelación… pareciera que
la componente más callada del equipo hubiera nacido con un traje de gitana!
Todos lo pasaron muy bien.
2.- Cada mañana, cuando inciamos la ascensión, la mañana es
más oscura. La sombra en la penumbra es
‘Perla’, una yegua del cortijo inmediato que estaba acostumbrada a pastar y
pasearse en libertad por el cerro y a la que ahora hemos acotado su zona de
libertad. Existía el peligro de que se lastimase en algunos de los cortesy
sondeos, a los que no está acostumbrada… y de que nos dejara en ellos algún recuerdo
que hubiera que retirar…
3.- Se aprecia en la foto la excelente visibilidad, pese a
la escasa diferencia de cota, desde el Cerro de la Merced hacia el noreste. Esa
es sin duda una de las causas de la ubicación de este ‘recinto fortificado’.
Una de las cosas más curiosas es que, mientras excavamos, el mundo moderno y
urbanizado parece muy lejano… y sin embargo una carretera moderna y transitada
discurre apenas a cien metros de la base del cerro.