Digan lo que digan, hace calor…
Todo el mundo nos felicita por la suerte que estamos
teniendo… porque no hace mucho calor. Todos hablan del terrible mes que fue
Julio, y el aún peor Agosto… En comparación, se creería que Septiembre está
siendo fresquito. Bueno, pues a quien le parezca que treinta y dos o más grados
a la sombra (según los ‘hombres del tiempo’ en sus mediciones calibradas en
algún parque o aeropuerto), no es demasiado calor, le invitamos a que coja un
pico, o una carretilla, o un cepillo y se dedique a trabajar de ocho a dos a
pleno sol en lo alto de un cerro … A nosotros nos parece que hace ‘una jartá’
de calor. Aunque también sabemos por experiencia que podría ser mucho, pero que
mucho peor (por ejemplo, en Julio estábamos trabajando en Almedinilla, y
todavía Luisa y Mónica se acuerdan del terrible calor que pasaron midiendo unos
aljibes).
Y además, volviendo a los añorados botijos que recordábamos
ayer, hoy constatamos que el agua de uno de los bidones de plástico sabe a
rayos. El regusto a barro del botijo era mucho menos desagradable. En fin…
Por demás ha sido un día productivo, sobre todo en el gran
muro occidental, donde por fin han salido los grandes bloques de las hiladas
inferiores que aseguran la continuidad del trazado. Hemos encontrado una pesa de telar
fragmentada, típicamente ibérica, que nos demuestra que el edificio no tuvo un
carácter exclusivamente militar, como por otro lado ya se intuía en otros
recintos fortificados de la cultura ibérica, donde la labor militar se complementa
siempre con una economía productiva.
Bien, hoy es viernes… y aunque el sábado también trabajamos
en el gabinete, estudiando los materiales que hemos encontrado, ordenando las
fotografías, rellenando las fichas de unidades estratrigráficas, vamos a hacer
un breve descanso en el blog, así que os deseamos un buen fin de semana hasta
el lunes.
Foto 1. El gran muro septentrional muestra dos colores: el
casi negro de la parte expuesta a los elementos durante dos mil años, y el tono
casi blanco en comparación de los sillares que van saliendo a la luz.
Foto 2. La excavación es también, qué remedio, un taller de
reparación inmediata de herramientas. Paco Cañete, por ejemplo, está arreglando el enmangue de un ‘escardillo’
rebelde. También hemos retocado el mango de una de las carretillas, que no
paran de dar la lata…
Foto 3. Hoy hemos tenido varias visitas importantes. Laa más
madrugadora ha sido Julián Castro junior,
todo un hombrecito de ocho años,
que ha pasado parte de la mañana con nosotros, nos ha ayudado a barrer e
incluso ha encontrado algún fragmento de cerámica. Haciendo cantera…
Foto 4. A media mañana, y desde la sombra, se alza casi
amenazante uno de los muros de la fortificación. En la distancia, la sierra de
Jarcas se difumina por el aire caliente.
Foto 5. También hemos recibido las gratas visitas de Jose
Ramón Carrillo (profesor de Arqueología en la Universidad Pablo de Olavide de
Sevilla, y muy antiguo y querido amigo), que venía acompañado por Giselle, que
ha subido el cerro como una jabata. Y
además, la de Javier Ariza, una de las almas impulsoras del proyecto en el
Cerro de la Merced, que acompañaba a Antonio Roldán, Cronista oficial de Cabra.
Por cierto ayer noche los dos últimos formaron parte del recital poético que
deleitó a numeroso público entre el que estaba todo el equipo de arqueólogos.
Gracias por habernos invitado a asistir, fue muy agradable!