Para que una excavación arqueológica se desarrolle de una
manera eficaz, todos los aspectos -incluso el más mínimo- tienen que funcionar
a la perfección, como si de un engranaje se tratara. En un reloj, si una aguja
o tornillo falla, el reloj se atasca y se para, convirtiéndolo en un objeto
inútil hasta su arreglo. Algo parecido pasa con el trabajo arqueológico: todos
formamos un equipo y si alguien falta el
sistema se puede colapsar. Hoy sólo hemos podido subir al cerro una parte
reducida de la plantilla (casi la mitad); ya que una parte fundamental del
equipo ha sido diana de una infección de garganta, y ¡que no cunda el pánico!,
ya se están recuperando; los calditos y lentejas a 34 grados de calor a
temperatura ambiente y dormir con la mantita de lana tienen su efecto positivo,
para los enfermos y para la resistencia. Esta situación tan repentina nos ha
obligado al resto a adquirir las responsabilidades de los que no han podido
acompañarnos hoy, no sólo al subir los trastos cerro arriba si no al desarrollo
de los trabajos.
En
el Sector 2, el equipo de Antonio -Antonia y Laura- ha localizado un estrato de
colmatación con una gran potencia, caracterizado por lascas de caliza. En el
Sector 5, Paco y Bobis a primera hora han retirado una enorme montaña de
piedras de derrumbe para poder continuar las excavaciones al pie del gran muro
ciclópeo al Este del yacimiento. Mientras, Luisa y Tamara limpiaban el espacio
a los pies de este muro. Más tarde, se han unido al trabajo Antonio, Rafael y
Juan.
Hoy
que escribimos nosotras el blog- Lucía, Luisa, Mercedes y Mónica- queremos
dedicar parte de nuestra entrada para agradecer a todas aquellas personas que
están haciendo nuestra estancia en Cabra inolvidable. Alejandro, Paco, Antonio,
Juanjo, “Bobis” y Rafael son sin lugar a dudas personas que no olvidaremos
porque han demostrado su generosidad y amabilidad con nosotras;
En
cuanto a las voluntarias egabrenses -Tamara, Antonia y Laura- nos han tratado
desde el primer día como si nos conocieran de toda una vida, en todo momento
dispuestas a ayudarnos, con ellas compartimos muchos momentos divertidos tanto
en el campo como en el gabinete, donde compartimos inquietudes arqueológicas,
planes de futuro y “cotilleos”. Cada una
de ellas aporta con su carácter algo diferente en nuestro día a día.
No
podemos dejar de mencionar a Antonio, Eduardo y Fernando. Los dos primeros,
siempre dispuestos a valorar todas nuestras opiniones (porque la arqueologia no
es un trabajo individual sino de equipo), y siempre con buen humor, animándonos
en las horas más calurosas y al final de un duro día de trabajo. Y por último
nuestro agradecimiento a Fernando, quien ademas de inculcarnos la precisión que
requiere el desarrollo de nuestra disciplina, también se preocupa por
dedicarnos tiempo a cada uno para enseñarnos; lo que siempre recordaremos con
cariño.
FOTO 1. Paco y Bobis
retiran las piedras del derrumbe al Este del yacimiento
FOTO 2. Luisa y Tamara
limpiando el espacio a los pies del gran muro
FOTO 3: Antonia y Laura
en el Sector 2, colocan los jalones y la pizarra para la fotografía bajo las
indicaciones de Antonio.