Una excavación arqueológica es
una constante fuente de sorpresas, de cambios de hipótesis y de alteraciones en
los planes de trabajo. Si la esencia del
Método Científico tal y como se define desde la Edad Moderna es la realización
de experimentos que han de ser reproducibles por otros equipos, y la generación
de hipótesis que han de resistir el test de la comprobación experimental, la
Arqueología plantea la dificultad adicional de que la excavación no puede ser
replicada o reproducida por nadie una vez ejecutada.
Cada yacimiento es único, y sólo
se puede excavar una vez. El viejo símil del libro manuscrito único cuyas
páginas se van destruyendo una vez leídas
es todavía válido. Por ello la documentación cuidadosa de todos los
detalles, que permita en lo posible ‘replicar’ el proceso en un gabinete es tan
importante.
Pero al menos, el arqueólogo de
campo está –o debería estar- constantemente elaborando hipótesis, no sobre ‘lo
que debería salir’ (receta segura al desastre), sino interpretando lo que va
siendo excavado a la luz de los datos del contexto y de su formación y
experiencia. Por ejemplo, teníamos una secuencia razonable de lo que había
ocurrido en la parte oriental del recinto: el muro, dañado, estaba cubierto por
una ‘estratigrafía invertida’ con materiales procedentes de un antiguo expolio
en la cima, de modo que los materiales más antiguos aparecen en superficie,
remontando quizá a la Edad del Bronce, luego los ibéricos, y más abajo los
medievales. Pero esta mañana la cosa se ha complicado con la aparición de un
tosco muro adosado por su exterior al gran murallón oriental del recinto,
realizado con piedras tomadas de la ruina de la estructura ibérica,
parcialmente sepultado por un derrumbe y aparentemente asentado sobre otro. La
cosa está todavía calentita, pero el muro parece de época medieval. Ya os
contaremos.
Foto 1: Hoy hemos tenido la visita, muy agradable, del
Inspector de la Delegación provincial de Cultura, pero también viejo conocido
de décadas y veterano arqueólogo, Alejandro Ibáñez Castro. Aquí aparece
con ‘la Dirección’ oteando el yacimiento
tras haber trepado, como todos, cerro arriba. Ya hay quien comenta que
deberíamos instalar un teleférico o -en su defecto- escaleras mecánicas.
Foto 3: En el sector norte, la
Unidad Sedimentaria 2007, ya aislada del terreno superficial, y pegada al muro,
con tenía un pequeño basurero con huesos de animales y cerámica muy fragmentada
pero homogénea, incluyendo piezas de cocina y un canto rodado, que
evidentemente alguien subió a la cima del cerro, con una función en mente,
quizá relacionada con el calentamiento de comida.
Foto 4. La gran losa de la foto 2
es fosilífera, como se aprecia en este detalle.
Va cogiendo interés. Felicidades a todos por el buen trabajo que estais haciendo y un abrazo a Eduardo y a Fernando.
ResponderEliminarYa me gustaría estar allí, ya!!! Que envidia!!! (y no es de la sana)
Gracias, José Luis. Saludos.
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