Los buenos mitos surgen de situaciones reales que se
alteran, modifican y embellecen hasta derivar en historias magníficas, que a
menudo guardan ya muy poca relación con
el suceso original. La Arqueología está llena de mitos, algunos de los
cuales comentaremos estos días con ilustraciones prácticas. Uno de ellos es la
idea del arqueólogo ensimismado, sentado o tumbado sobre el suelo, con un
pincelito y un bisturí en la mano, trabajando horas y horas dedicado a limpiar
minuciosamente un espacio de medio metro cuadrado. Esa imagen tradicional del
arqueólogo es cierta y correcta… pero solo en muy determinadas ocasiones y para
periodos muy concretos.
Cada excavación es un mundo, y si en una cueva con un
yacimiento paleolítico la imagen del pincel y bisturí es a menudo –no siempre-
una imagen fiel de la realidad, cada caso exige unos ritmos y métodos distintos
y adecuados a la situación.
Lo importante no es si se excava con una cucharilla de café
o con un pico, sino saber en cada caso cual es la herramienta adecuada en
relación con el contexto concreto, calibrar muy bien qué se hace, y por qué, y
documentar adecuadamente el trabajo que se va realizando.
En el Cerro de la Merced estamos identificando estos
primeros días amontonamientos de tierra que cubren a su vez importantes
derrumbes de grandes piedras procedentes de los muros del recinto principal. Es
un trabajo arduo de pico y pala, lento al principio hasta que se identifica el
patrón, más vivo después. Lo que ocurre es que en el Cerro los resultados son
espectaculares, a medida que va saliendo a la luz, tras siglos o milenios de
oscuridad bajo tierra, hilada tras hilada de enormes bloques careados que
definen el recinto fortificado.
Foto 1. En la Zona 1 se ha levantado una barbaridad de
tierra del derrumbe que cubre el muro occidental del recinto. En la foto se
aprecian, a la derecha, los enormes bloques de piedra que ven la luz quizá por
vez primera en dos mil años. En el centro, parte de un derrumbe muy importante de
piedras y tierra del mismo muro oeste, cubierto a su vez por un relleno con
estratigrafía invertida, resultado de las excavaciones clandestinas en el
interior del recinto.
Foto. 2. El grupo dirigido por Eduardo es responsable de un
trabajo hercúleo en la Zona 1. Todos, Alejandro, Paco, Eduardo, Luisa, Monica,
Tamara, Lucía y Antonio ‘Bobis’ pueden
estar orgullosos del trabajo que están haciendo…pero queda mucha tierra y
piedra por sacar hasta descubrir la totalidad del muro.
Foto 3. La imagen
refleja perfectamente el calor y el esfuerzo que supone empujar y arrastrar
carretillas de tierra a un espacio alejado del núcleo de la excavación, donde
no molese y pueda ser retirada arrastrada por lalluvia. Alejandro es capaz de
mover carretillas toda la mañana sin perder su aire confiado y de buen
humor. Aunque paerezca poco atractiva,
esta parte del trabajo es esencial.
Foto 4. El mito número uno desmentido de manera práctica:
Tamara y Mónica acarrean espuertas de tierra. En la comida calculábamos en cuantas
ocasiones habían desplazado su peso en tierra a lo largo de la mañana… muchas
veces.
Foto 5. En la Zona 2, el equipo de Antonio ha trabajado para
levantar las capas de tierra superficial en un área muy amplia de 75 metros
cuadrados. Aunque al ojo inexperto pueda parecer que se ha profundizado
poco, las apariencias engañan, y el
trabajo en este corte, decisivo, tardará un poco en dar frutos visibles. Por
ahora, ya sabemos que el posible muro central no era tal, y que el exterior, en
cambio, se confirma.
Foto 6.- Hoy ha sido el cumpleaños de Luisa, arqueóloga de
pro aunque ella no lo sepa todavía. Aquí la tenemos desmintiendo de modo
práctico el mito número 1. Nos comentaba en la cena, cuando lo celebrábamos con
modestia pero con alegría, que estaba siendo uno de sus mejores cumples…. ¡
Muchas Felicidades Luisa, de parte de todo el equipo!
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