viernes, 7 de septiembre de 2012

Viernes 7 de Septiembre. Digan lo que digan, hace calor...


Digan lo que digan, hace calor…
Todo el mundo nos felicita por la suerte que estamos teniendo… porque no hace mucho calor. Todos hablan del terrible mes que fue Julio, y el aún peor Agosto… En comparación, se creería que Septiembre está siendo fresquito. Bueno, pues a quien le parezca que treinta y dos o más grados a la sombra (según los ‘hombres del tiempo’ en sus mediciones calibradas en algún parque o aeropuerto), no es demasiado calor, le invitamos a que coja un pico, o una carretilla, o un cepillo y se dedique a trabajar de ocho a dos a pleno sol en lo alto de un cerro … A nosotros nos parece que hace ‘una jartá’ de calor. Aunque también sabemos por experiencia que podría ser mucho, pero que mucho peor (por ejemplo, en Julio estábamos trabajando en Almedinilla, y todavía Luisa y Mónica se acuerdan del terrible calor que pasaron midiendo unos aljibes).
Y además, volviendo a los añorados botijos que recordábamos ayer, hoy constatamos que el agua de uno de los bidones de plástico sabe a rayos. El regusto a barro del botijo era mucho menos desagradable. En fin…
Por demás ha sido un día productivo, sobre todo en el gran muro occidental, donde por fin han salido los grandes bloques de las hiladas inferiores que aseguran la continuidad del trazado.  Hemos encontrado una pesa de telar fragmentada, típicamente ibérica, que nos demuestra que el edificio no tuvo un carácter exclusivamente militar, como por otro lado ya se intuía en otros recintos fortificados de la cultura ibérica, donde la labor militar se complementa siempre con una economía productiva.
Bien, hoy es viernes… y aunque el sábado también trabajamos en el gabinete, estudiando los materiales que hemos encontrado, ordenando las fotografías, rellenando las fichas de unidades estratrigráficas, vamos a hacer un breve descanso en el blog, así que os deseamos un buen fin de semana hasta el lunes.

Foto 1. El gran muro septentrional muestra dos colores: el casi negro de la parte expuesta a los elementos durante dos mil años, y el tono casi blanco en comparación de los sillares que van saliendo a la luz.


Foto 2. La excavación es también, qué remedio, un taller de reparación inmediata de herramientas. Paco Cañete, por ejemplo, está  arreglando el enmangue de un ‘escardillo’ rebelde. También hemos retocado el mango de una de las carretillas, que no paran de dar la lata…


Foto 3. Hoy hemos tenido varias visitas importantes. Laa más madrugadora ha sido Julián Castro junior,  todo un hombrecito de ocho  años, que ha pasado parte de la mañana con nosotros, nos ha ayudado a barrer e incluso ha encontrado algún fragmento de cerámica. Haciendo cantera… 


Foto 4. A media mañana, y desde la sombra, se alza casi amenazante uno de los muros de la fortificación. En la distancia, la sierra de Jarcas se difumina por el aire caliente.

  
Foto 5. También hemos recibido las gratas visitas de Jose Ramón Carrillo (profesor de Arqueología en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, y muy antiguo y querido amigo), que venía acompañado por Giselle, que ha subido el cerro como una jabata.  Y además, la de Javier Ariza, una de las almas impulsoras del proyecto en el Cerro de la Merced, que acompañaba a Antonio Roldán, Cronista oficial de Cabra. Por cierto ayer noche los dos últimos formaron parte del recital poético que deleitó a numeroso público entre el que estaba todo el equipo de arqueólogos. Gracias por habernos invitado a asistir, fue muy agradable!

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