Hoy empezamos en serio. Ya contamos con una topografía detallada de
la superficie del Cerro de la Merced gracias al trabajo preliminar hecho
en colaboración con Diego Gaspar, buen topógrafo y gran amigo, que
trabaja con nosotros desde hace años. Las indicaciones de muros en
superficie, sin embargo, se quedarán obsoletas en pocos días con la
aparfición de nuevas estructuras. O eso esperamos!
Por
ahora, hemos delimitado dos zonas de trabajo y ya hemos comenzado a
excavar. Por un lado, y a cargo de Eduardo, empezamos a despejar el
perímetro de lo que parece el recinto interior y principal, un gran
cuadrado de unos 18 metros de lado del que sólo es visible en su lado
norte un gran muro de aparejo ciclópeo, y apenas leves trazas de otros.
Por otro lado, hemos abierto un amplio sondeo al norte, a cargo
de Antonio, destinado a explorar la relación entre el recinto central y
lo que parece que son al menos otros dos recintos exteriores y
concéntricos, que se adivinan por las trazas de muros en superficie.
Una excavación tiene además un imprescindible componente logístico.
Todavía estamos terminando de ajustar algunos detalles del material
necesario. Ayer, primer día de trabajo, la rueda de una de las
carretillas pinchó, lo que es inusitado en una carretilla nueva y sólo
por unas zarzas. En fin… gracias a Javier ha estado arreglada en un
día, y eso que estamos en Feria aquí en Cabra!
Por otro
lado, junto con el material más previsible, desde teodolitos a picos y
palas, una excavación arqueológica requiere otras cosas más… exóticas.
Esta mañana hemos estado inentando conseguir palos de pinchitos morunos y
unos botes de laca de uñas trasnparente. Ya os iremos contando para
qué.
Foto 1. Justo al amanecer, Antonio y su equipo acaban de limpiar y
delimitar el sondeo norte. Se aprecian en primer término algunos bloques
de uno de los muros exteriores (¿de terrazas? ¿fortificaciones?
¿viviendas?. Al fondo, el gran muro norte del recinto interior, hata
ahora el rasgo más visible y espectacular del yacimiento.
Foto 2. Antonio Sánchez y Juan José Roldán han comenzado a excavar al pie
del gran muro, en lo que parecía una acumulación de tierra caída. Una
vez retirada esa tierra aparece una acumulación caótica de piedras, un
derrumbe parcial procedente del muro. Se aprecia bien, a la izquierda,
el hueco en el lienzo de donde han caído los grandes bloques.
La
cuerda blanca que se aprecia, y que delimita el ‘corte’ o sondeo
arqueológico, es de goma elástica para que, si un despistado la engancha
con el pie, recupere inmediatamente su posición original. Los sondeos
son casi siempre regulares y se miden cuidadosamente, porque los planos
han de tener una precisión casi al centímetro.
Foto 3.- En el interior del recinto principal, nuestra restauradora,
Lucía, comienza a limpiar y estudiar un muro de adobes que antes era
invisible por la densa vegetación. Las estructuras que han aparecido
prometen….
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