jueves, 5 de septiembre de 2013

Día 5.- Alta tecnología, pico y escoba.


Hoy ha sido uno de esos días en que se combinan la alta tecnología y los medios más tradicionales. Al final de la jornada de ayer, dejamos limpio y barrido todo el derrumbe del lienzo meridional del recinto interior, el mejor conservado. A primera hora, hemos fotografiado el derrumbe, con el fotógrafo encaramado sobre una pila de sacos de tierra colocados sobre una carretilla, y con prisas porque el sol naciente se metía en el objetivo de la cámara. Inmediatamente después Diego, nuestro topógrafo, que entre tanto montaba sus antenas receptoras de GPS y demás tecnología de la estación total, nos llenaba el corte de pegatinas que sirven de referencia para la restitución fotogramétrica , una técnica basada en la corrección por ordenador de las distorsiones producidas por la fotografía vertical, y que permite realizar planos arqueológicos con una rapidez inusitada, aunque luego es siempre necesaria una revisión manual.

Al tiempo, la tradicional técnica de pico, pala y palustrillo nos ha proporcionado un dato que buscábamos ya desde el año pasado: una segunda esquina definitiva del recinto cuadrangular, en este caso la suroriental, que añadimos a la noroccidental excavada el año pasado. De ese modo, sabemos ya con precisión que el muro oeste media 1901 cm. en su base, de norte a sur. Ahora podemos proyectar un cuadrado teórico y predecir donde estarían las otras dos esquinas del cuadrado si éste fuera perfecto. Podemos adelantar que probablemente no lo es, con una variación inferior al 3%.



FOTO 1. Ordenadores en el campo. Diego, a la derecha, realiza cálculos trigonométricos en cuclillas delante de la pantalla, mientras que Fernando analiza sobre planos las distorsiones que plantea en los planos y dimensiones el ligerísimo talud de los muros de perímetro del recinto fortificado. Esta pequeña sombra nos sirve de oficina, almacén de material y, a la hora del bocadillo, comedor.

 FOTO 2. El derrumbe preparado para fotogrametría. A continuación se ha retirado la primera capa de piedras pequeñas, de caída relativamente reciente (arriba, junto a la muralla), y luego la capa de tierra que cubre el derrumbe principal, el de sillarejo originalmente asentado sobre la parte alta del zócalo ciclópeo.

 FOTO 3. En la zona occidental el muro tiene ya un aspecto imponente, tanto como el norte que ya era visible al principio. Pedro , un excelente trabajador que se ha incorporado este año, y Antonia Merino, una voluntaria ya veterana que está estudiando también la arquitectura de Torreparedones (Baena), trabajan ampliando el sector para facilitar la vista desde un punto más bajo de la ladera, por donde eventualmente circularán las visitas.

FOTO 4. De izquierda a derecha, Mónica Camacho, Laura Toro y Tamara Carvajal trabajan en uno de los puntos críticos de estos primeros días, la localización de la esquina sureste de la fortificación, en posición original indudable, lo que nos permitirá abordar estudios de dimensiones, planificación original y modulación arquitectónica más precisos. Al fondo, Luisa y Merce toman cotas (la posición en altura sobre el nivel del mar y profundidad relativa bajo la superficie entre los elementos del yacimiento) con un nivel óptico.

FOTO 5.- La cima del Cerro de la Merced desde el noreste a la hora del bocadillo. Si os fijáis, entre la antena de la estación GPS profesional y un árbol justo a la izquierda, se amontonan en la escasa sombra parte de los miembros del equipo.







 

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