miércoles, 12 de septiembre de 2012

Miércoles 12 de Septiembre. Sorpresas te da la vida...


Una excavación arqueológica es una constante fuente de sorpresas, de cambios de hipótesis y de alteraciones en los planes de trabajo.  Si la esencia del Método Científico tal y como se define desde la Edad Moderna es la realización de experimentos que han de ser reproducibles por otros equipos, y la generación de hipótesis que han de resistir el test de la comprobación experimental, la Arqueología plantea la dificultad adicional de que la excavación no puede ser replicada o reproducida por nadie una vez ejecutada.
Cada yacimiento es único, y sólo se puede excavar una vez. El viejo símil del libro manuscrito único cuyas páginas se van destruyendo una vez leídas  es todavía válido. Por ello la documentación cuidadosa de todos los detalles, que permita en lo posible ‘replicar’ el proceso en un gabinete es tan importante.
Pero al menos, el arqueólogo de campo está –o debería estar- constantemente elaborando hipótesis, no sobre ‘lo que debería salir’ (receta segura al desastre), sino interpretando lo que va siendo excavado a la luz de los datos del contexto y de su formación y experiencia. Por ejemplo, teníamos una secuencia razonable de lo que había ocurrido en la parte oriental del recinto: el muro, dañado, estaba cubierto por una ‘estratigrafía invertida’ con materiales procedentes de un antiguo expolio en la cima, de modo que los materiales más antiguos aparecen en superficie, remontando quizá a la Edad del Bronce, luego los ibéricos, y más abajo los medievales. Pero esta mañana la cosa se ha complicado con la aparición de un tosco muro adosado por su exterior al gran murallón oriental del recinto, realizado con piedras tomadas de la ruina de la estructura ibérica, parcialmente sepultado por un derrumbe y aparentemente asentado sobre otro. La cosa está todavía calentita, pero el muro parece de época medieval. Ya os contaremos.
Foto 1:  Hoy hemos tenido la visita, muy agradable, del Inspector de la Delegación provincial de Cultura, pero también viejo conocido de décadas y veterano arqueólogo, Alejandro Ibáñez Castro. Aquí aparece con  ‘la Dirección’ oteando el yacimiento tras haber trepado, como todos, cerro arriba. Ya hay quien comenta que deberíamos instalar un teleférico o -en su defecto- escaleras mecánicas.

Foto 2:  La gran losa de piedra de la derecha forma parte del antiguo murallón perimetral del recinto. Piedras idénticas en tamaño y forma actúan como ripios entre los grandes bloques más irregulares. A la izquierda, unos centímetros por debajo, esperaba la sorpreda del día, un muro quizá medieval más o menos perpendicular al recinto.
Foto 3: En el sector norte, la Unidad Sedimentaria 2007, ya aislada del terreno superficial, y pegada al muro, con tenía un pequeño basurero con huesos de animales y cerámica muy fragmentada pero homogénea, incluyendo piezas de cocina y un canto rodado, que evidentemente alguien subió a la cima del cerro, con una función en mente, quizá relacionada con el calentamiento de comida.
Foto 4. La gran losa de la foto 2 es fosilífera, como se aprecia en este detalle.

martes, 11 de septiembre de 2012

Martes 11 de Septiembre. Mito número 1: el pincel y el bisturí:


 Los buenos mitos surgen de situaciones reales que se alteran, modifican y embellecen hasta derivar en historias magníficas, que a menudo guardan ya muy poca relación con  el suceso original. La Arqueología está llena de mitos, algunos de los cuales comentaremos estos días con ilustraciones prácticas. Uno de ellos es la idea del arqueólogo ensimismado, sentado o tumbado sobre el suelo, con un pincelito y un bisturí en la mano, trabajando horas y horas dedicado a limpiar minuciosamente un espacio de medio metro cuadrado. Esa imagen tradicional del arqueólogo es cierta y correcta… pero solo en muy determinadas ocasiones y para periodos muy concretos.
Cada excavación es un mundo, y si en una cueva con un yacimiento paleolítico la imagen del pincel y bisturí es a menudo –no siempre- una imagen fiel de la realidad, cada caso exige unos ritmos y métodos distintos y adecuados a la situación.
Lo importante no es si se excava con una cucharilla de café o con un pico, sino saber en cada caso cual es la herramienta adecuada en relación con el contexto concreto, calibrar muy bien qué se hace, y por qué, y documentar adecuadamente el trabajo que se va realizando.
En el Cerro de la Merced estamos identificando estos primeros días amontonamientos de tierra que cubren a su vez importantes derrumbes de grandes piedras procedentes de los muros del recinto principal. Es un trabajo arduo de pico y pala, lento al principio hasta que se identifica el patrón, más vivo después. Lo que ocurre es que en el Cerro los resultados son espectaculares, a medida que va saliendo a la luz, tras siglos o milenios de oscuridad bajo tierra, hilada tras hilada de enormes bloques careados que definen el recinto fortificado.

 Foto 1. En la Zona 1 se ha levantado una barbaridad de tierra del derrumbe que cubre el muro occidental del recinto. En la foto se aprecian, a la derecha, los enormes bloques de piedra que ven la luz quizá por vez primera en dos mil años. En el centro, parte de un derrumbe muy importante de piedras y tierra del mismo muro oeste, cubierto a su vez por un relleno con estratigrafía invertida, resultado de las excavaciones clandestinas en el interior del recinto.


Foto. 2. El grupo dirigido por Eduardo es responsable de un trabajo hercúleo en la Zona 1. Todos, Alejandro, Paco, Eduardo, Luisa, Monica, Tamara,  Lucía y Antonio ‘Bobis’ pueden estar orgullosos del trabajo que están haciendo…pero queda mucha tierra y piedra por sacar hasta descubrir la totalidad del muro.


Foto 3.  La imagen refleja perfectamente el calor y el esfuerzo que supone empujar y arrastrar carretillas de tierra a un espacio alejado del núcleo de la excavación, donde no molese y pueda ser retirada arrastrada por lalluvia. Alejandro es capaz de mover carretillas toda la mañana sin perder su aire confiado y de buen humor.  Aunque paerezca poco atractiva, esta parte del trabajo es esencial.

Foto 4. El mito número uno desmentido de manera práctica: Tamara y Mónica acarrean espuertas de tierra. En la comida calculábamos en cuantas ocasiones habían desplazado su peso en tierra a lo largo de la mañana… muchas veces.

Foto 5. En la Zona 2, el equipo de Antonio ha trabajado para levantar las capas de tierra superficial en un área muy amplia de 75 metros cuadrados. Aunque al ojo inexperto pueda parecer que se ha profundizado poco,  las apariencias engañan, y el trabajo en este corte, decisivo, tardará un poco en dar frutos visibles. Por ahora, ya sabemos que el posible muro central no era tal, y que el exterior, en cambio, se confirma.

Foto 6.- Hoy ha sido el cumpleaños de Luisa, arqueóloga de pro aunque ella no lo sepa todavía. Aquí la tenemos desmintiendo de modo práctico el mito número 1. Nos comentaba en la cena, cuando lo celebrábamos con modestia pero con alegría, que estaba siendo uno de sus mejores cumples…. ¡ Muchas Felicidades Luisa, de parte de todo el equipo!

lunes, 10 de septiembre de 2012

Lunes 10 de Septiembre. Visibilidad y control.


Visibilidad y control

Hoy hemos vuelto a trepar cerro arriba tras el breve pero agradecido parón del sábado tarde y del domingo, cuando buena parte del equipo ha aprovechado para disfrutar del final de la Feria de Cabra, mostrando una enviadiable capacidad de integración. Cada día es más de noche cuando llegamos, a ver si cambian la hora….
            Una de las razones que hacen interesante el yacimiento del Cerro de la Merced es que desde su cima, pese a no ser muy elevada en cota absoluta ni en la relativa sobre el terreno circundante, tiene una excelente visibilidad en varias direcciones. Y en las que no, conecta visualmente con otras cimas de las sierras cercanas. En el mundo antiguo el control y vigilancia del territorio se realizaba mediante visión directa sin instrumentos ópticos, enlazando pequeños asentamientos o atalayas enlazados visuaalmente entre sí, a veces con el complemento de ayudas como almenaras,  banderas u otro tipo de señales. En el caso de la Cultura Ibérica, muchas ciudades fortificadas u oppida (como el Cerro e la Cruz en Almedinilla, donde también hemos excavado) tienen por sí mismas ese control visual directo del territorio. Pero además a menudo se rodean de cinturones de pequeños asentamientos o de torres de vigilancia que aumentan el perímetro observado. Otras veces las ‘torres’ no parecen asociarse al territorio de un oppidum determinado, sino que controlan rutas de comunicación importantes. El debate sobre el Cerro de la Merced se integra en estos fenómenos carácterísticos especialmente de la fase avanzada de la Cultura Ibérica, en época ya de presencia cartaginesa (s. III a.C.) y romana (s. II-I a.C.). 
 1.- La Feria de Cabra ha sido una buena excusa para la integración de las ramas egabrense y madrileña del equipo. A raíz de una conversación casual mientras lavaban y ordenaban la cerámica aparecida por la mañana, Tamara y Antonia, dos de las  estudiantes locales de Arqueología e Historia, prestaron uno de sus trajes de gitana a Luisa (en el centro). Fue toda una revelación… pareciera que la componente más callada del equipo hubiera nacido con un traje de gitana! Todos lo pasaron muy bien.

 2.- Cada mañana, cuando inciamos la ascensión, la mañana es más oscura.  La sombra en la penumbra es ‘Perla’, una yegua del cortijo inmediato que estaba acostumbrada a pastar y pasearse en libertad por el cerro y a la que ahora hemos acotado su zona de libertad. Existía el peligro de que se lastimase en algunos de los cortesy sondeos, a los que no está acostumbrada… y de que nos dejara en ellos algún recuerdo que hubiera que retirar…
3.- Se aprecia en la foto la excelente visibilidad, pese a la escasa diferencia de cota, desde el Cerro de la Merced hacia el noreste. Esa es sin duda una de las causas de la ubicación de este ‘recinto fortificado’. Una de las cosas más curiosas es que, mientras excavamos, el mundo moderno y urbanizado parece muy lejano… y sin embargo una carretera moderna y transitada discurre apenas a cien metros de la base del cerro.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Viernes 7 de Septiembre. Digan lo que digan, hace calor...


Digan lo que digan, hace calor…
Todo el mundo nos felicita por la suerte que estamos teniendo… porque no hace mucho calor. Todos hablan del terrible mes que fue Julio, y el aún peor Agosto… En comparación, se creería que Septiembre está siendo fresquito. Bueno, pues a quien le parezca que treinta y dos o más grados a la sombra (según los ‘hombres del tiempo’ en sus mediciones calibradas en algún parque o aeropuerto), no es demasiado calor, le invitamos a que coja un pico, o una carretilla, o un cepillo y se dedique a trabajar de ocho a dos a pleno sol en lo alto de un cerro … A nosotros nos parece que hace ‘una jartá’ de calor. Aunque también sabemos por experiencia que podría ser mucho, pero que mucho peor (por ejemplo, en Julio estábamos trabajando en Almedinilla, y todavía Luisa y Mónica se acuerdan del terrible calor que pasaron midiendo unos aljibes).
Y además, volviendo a los añorados botijos que recordábamos ayer, hoy constatamos que el agua de uno de los bidones de plástico sabe a rayos. El regusto a barro del botijo era mucho menos desagradable. En fin…
Por demás ha sido un día productivo, sobre todo en el gran muro occidental, donde por fin han salido los grandes bloques de las hiladas inferiores que aseguran la continuidad del trazado.  Hemos encontrado una pesa de telar fragmentada, típicamente ibérica, que nos demuestra que el edificio no tuvo un carácter exclusivamente militar, como por otro lado ya se intuía en otros recintos fortificados de la cultura ibérica, donde la labor militar se complementa siempre con una economía productiva.
Bien, hoy es viernes… y aunque el sábado también trabajamos en el gabinete, estudiando los materiales que hemos encontrado, ordenando las fotografías, rellenando las fichas de unidades estratrigráficas, vamos a hacer un breve descanso en el blog, así que os deseamos un buen fin de semana hasta el lunes.

Foto 1. El gran muro septentrional muestra dos colores: el casi negro de la parte expuesta a los elementos durante dos mil años, y el tono casi blanco en comparación de los sillares que van saliendo a la luz.


Foto 2. La excavación es también, qué remedio, un taller de reparación inmediata de herramientas. Paco Cañete, por ejemplo, está  arreglando el enmangue de un ‘escardillo’ rebelde. También hemos retocado el mango de una de las carretillas, que no paran de dar la lata…


Foto 3. Hoy hemos tenido varias visitas importantes. Laa más madrugadora ha sido Julián Castro junior,  todo un hombrecito de ocho  años, que ha pasado parte de la mañana con nosotros, nos ha ayudado a barrer e incluso ha encontrado algún fragmento de cerámica. Haciendo cantera… 


Foto 4. A media mañana, y desde la sombra, se alza casi amenazante uno de los muros de la fortificación. En la distancia, la sierra de Jarcas se difumina por el aire caliente.

  
Foto 5. También hemos recibido las gratas visitas de Jose Ramón Carrillo (profesor de Arqueología en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, y muy antiguo y querido amigo), que venía acompañado por Giselle, que ha subido el cerro como una jabata.  Y además, la de Javier Ariza, una de las almas impulsoras del proyecto en el Cerro de la Merced, que acompañaba a Antonio Roldán, Cronista oficial de Cabra. Por cierto ayer noche los dos últimos formaron parte del recital poético que deleitó a numeroso público entre el que estaba todo el equipo de arqueólogos. Gracias por habernos invitado a asistir, fue muy agradable!

jueves, 6 de septiembre de 2012

Jueves 6 de Septiembre. Se corre la voz.

Parece que se corre la voz de que estamos excavando, en buena parte gracias a esto de las nuevas tecnologías. Hoy hemos tenido la grata sorpresa de recibir nuestra primera visita ‘externa’ al equipo. A media mañana ha aparecido, jadeante –exactamente igual que nosotros cuando trepamos por la mañana- la jovial figura de mi gran amigo Andrés Adroher, que además es un reconocido especialista en arqueología ibérica y profesor en la Universidad de Granada. Como Andrés es un veterano en estas lides, ha aparecido poco después de la hora del bocadillo, que es sagrada y debe respetarse ya que es el único rato de descanso del equipo en toda la mañana, que se hace muy dura bajo el sol.
Hemos charlado y recorrido el yacimiento, donde las excavaciones han tomado ritmo ‘de crucero’. En la Zona 2, Antonio Moreno y su grupo han identificado cuatro unidades arqueológicas significativas bajo el gran muro norte del recinto principal: una capa de humus superficial deja paso a un estrato de tierra con material muy rodado y revuelto, bajo el que surge un verdadero pedregal, resto del derrumbe parcial del gran muro. Como esperamos poder restaurar ese lienzo imponente, hemos conservado las piedras originales. Bajo ese derrumbe la siguiente unidad estratigráfica solo parece contener material ibérico. Son buenas noticias! En la Zona 1 Eduardo, con el grueso del equipo, está delimitando el gran muro oeste del recinto superior, que podría ser tan impresionante como el septentrional

Foto 1: Una primera limpieza del terreno superficial nos permite comenzar a definir estructuras. Los jalones miden un metro, y sus divisiones diez cm. Los empleamos para darnos una idea precisa de la escala de lo fotografiado. Se colocan pues en sentido vertical y/o paralelo al plano de la cámara. Si los plantamos en posiciones oblícuas o en escorzo las dimensiones serían engañosas. La cartela da información importante: CM12 significa Cerro de la Merced 2012. UC Significa ‘unidad constructiva’, en este caso el muro que comienza a aflorar. US significa ‘unidad sedimentaria’, en este caso la masa de tierra que desborda el muro, casi con seguridad resto de una excavación clandestina antigua.

Foto 2: Julián Castro es profesor de Enseñanza Media y ha dejado por unos días la preparación de sus clases para el curso entrante para colaborar como voluntario. Siempre de buen humor, cualquier tarea le parece bien, incluso las más duras. Y además es muy hábil manejando la serreta para cortar tocones de retamas salientes. Un gran fichaje!
Foto 3: Nosotros trabajamos a pleno sol, pero hay dos cosas que protegemos en lo posible: los instrumentos de topografía y el agua. Los más veteranos echamos de menos el tradicional botijo, que mantenía el agua siempre fresquita y a veces con cierto regusto a anís. Pero hay que reconocer que las nuevas tecnologías se imponen: los bidones de plástico cubiertos de espuma aislante pesan mucho menos y no se rompen. Pero sigue sin ser lo mismo…


miércoles, 5 de septiembre de 2012

Miércoles, 5 de Septiembre. Hoy empezamos en serio.

Hoy empezamos en serio. Ya contamos con una topografía detallada de la superficie del Cerro de la Merced gracias al trabajo preliminar hecho en colaboración con Diego Gaspar, buen topógrafo y gran amigo, que trabaja con nosotros desde hace años. Las indicaciones de muros en superficie, sin embargo, se quedarán obsoletas en pocos días con la aparfición de nuevas estructuras. O eso esperamos!

Por ahora, hemos delimitado dos zonas de trabajo y ya hemos comenzado a excavar. Por un lado, y a cargo de Eduardo, empezamos a despejar el perímetro de lo que parece el recinto interior y principal, un gran cuadrado de unos 18 metros de lado del que sólo es visible en su lado norte un gran muro de aparejo ciclópeo, y apenas leves trazas de otros.
Por otro lado, hemos abierto un amplio sondeo al norte, a cargo de Antonio, destinado a explorar la relación entre el recinto central y lo que parece que son al menos otros dos recintos exteriores y concéntricos, que se adivinan por las trazas de muros en superficie.

Una excavación tiene además un imprescindible componente logístico. Todavía estamos terminando de ajustar algunos detalles del material necesario. Ayer, primer día de trabajo, la rueda de una de las carretillas pinchó, lo que es inusitado en una carretilla nueva y sólo por unas zarzas. En fin… gracias a Javier ha estado arreglada en un día, y eso que estamos en Feria aquí en Cabra!

Por otro lado, junto con el material más previsible, desde teodolitos a picos y palas, una excavación arqueológica requiere otras cosas más… exóticas. Esta mañana hemos estado inentando conseguir palos de pinchitos morunos y unos botes de laca de uñas trasnparente. Ya os iremos contando para qué.
Foto 1. Justo al amanecer, Antonio y su equipo acaban de limpiar y delimitar el sondeo norte. Se aprecian en primer término algunos bloques de uno de los muros exteriores (¿de terrazas? ¿fortificaciones? ¿viviendas?. Al fondo, el gran muro norte del recinto interior, hata ahora el rasgo más visible y espectacular del yacimiento.
Foto 2. Antonio Sánchez y Juan José Roldán han comenzado a excavar al pie del gran muro, en lo que parecía una acumulación de tierra caída. Una vez retirada esa tierra aparece una acumulación caótica de piedras, un derrumbe parcial procedente del muro. Se aprecia bien, a la izquierda, el hueco en el lienzo de donde han caído los grandes bloques.

La cuerda blanca que se aprecia, y que delimita el ‘corte’ o sondeo arqueológico, es de goma elástica para que, si un despistado la engancha con el pie, recupere inmediatamente su posición original. Los sondeos son casi siempre regulares y se miden cuidadosamente, porque los planos han de tener una precisión casi al centímetro.
Foto 3.-  En el interior del recinto principal, nuestra restauradora, Lucía, comienza a limpiar y estudiar un muro de adobes que antes era invisible por la densa vegetación. Las estructuras que han aparecido prometen….